El otro día - hace ya bastante, pero el tiempo corre que se las pela- leí en un artículo de El País que en Londres -¿dónde si no? -habían abierto una academia para aprender a ser cool.
En el artículo, Nick Southgate -uno de los profesores de la citada escuela- venía a decir que el secreto para ser cool radicaba en la idea de transmitir naturalidad y seguridad en la consecución de cualquier disciplina, ocultando para ello el esfuerzo que existe detrás de todo resultado y para ilustranos recurría a la imagen de un cisne que nada aparentemente sin esfuerzo ya que el agua oculta el movimiento de sus patas.
Que sorpresa! Yo, que siempre había identificado lo cool con lo innovador, lo selecto y lo transgresor descubro ahora que “lo selecto” es “gourmet” y “cool” puede ser cualquiera con cierto halo macarrabohemioyonomepeino, aunque para ello se haya pasado 5 horas delante del espejo.
Puff, demasiado agotador solo de pensarlo para un lunes por la mañana.
El caso es que hoy pensaba traer al blog un post que reivindicando lo singular frente a lo global, lo artesanal frente a lo industrializado y el pequeño comercio frente a las multinacionales, pretendía además ser muy cool y titularse de la misma manera, hasta que recordé el artículo de Brenda Otero de El país y todo se fue al garete.
Maldita Brenda, maldita mi memoria y maldita mi ignorancia.
El post en cuestión pretendía tratar el interesante proceso de revitalización en el que se encuentra sumergido el casco histórico vigués a raíz de la apertura de una serie de establecimientos que defienden un nuevo modelo de negocio (ya implantado y muy desarrollado en otras ciudades españolas) que aboga por el mestizaje comercial y que amenaza con convertir el barrio histórico en la nueva zona de referencia social y cultural de la ciudad.
Ejemplo de ello son locales como la ya conocida Enoteca Bouqué, en la Rúa da Palma 9, la recientemente inaugurada galería del fotógrafo Javier Teniente, en la calle Abeleira Menéndez , donde además de admirar y adquirir parte de la obra de este fotógrafo vigués, puedes simplemente entrar a tomarte un café; o su vecina, A Tenda do Avó, en la calle Abeleira Menéndez 11B, un local de alimentación, degustación y formación que ofrece producto local y tradicional gallego, incluyendo reparto a domicilio de leche del día, pan, huevos, mermeladas, etc.
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Acceso a la galería del fotógrafo Javier Teniente |
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Interior de la galería del fotógrafo Javier Teniente |
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Interior de la galería del fotógrafo Javier Teniente |
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Patio interior de A Tenda do Avó |
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Patio interior de la galería del fotógrafo Javier Teniente |
Un tipo diferente de comercio que en definitiva defiende una sociedad de consumo más responsable y una relación más personal entre productores y consumidores.
Yo hasta el día de hoy -bueno en realidad hasta el 25 de junio que fue el día que leí el artículo- pensé que todo esto además de ser una estupenda iniciativa era supercool, (asociándolo a la idea de lo que es tendencia y novedoso) y quedaría superdivino en el blog; pero ahora, gracias a Brenda Otero y Nick Southgate descubro que equivocada estaba: que el chubasquero de bolsita es una prenda que no mola porque “denota ansiedad por la meterología”, que “El Notas” del Gran Lebowsky es un ídolo cool y que todo lo demás como diría mi tia Luisa, “xa é outra cousa…”.
La Sra. que siempre que amenaza lluvia, lleva un paraguas plegable en el bolso.