Este fin de semana de sofá y
manta me lo pasé enterito delante de la televisión:
450 minutos de palizas, violencia
y mala leche de la mano de:
-tres capítulos de “HOMELAND”.
-tres de “BOARDWALK EMPIRE”.
-y un pase casero y en VOS de “EL RESPLANDOR”.
Así que hoy, a golpe de miércoles
y después de 2 días de retiro televisivo y sobrecogedor sólo hay 3 cosas que os
puedo decir:
LA PRIMERA: Que Jack Nicholson
tiene efectivamente una boca enorme.
LA SEGUNDA: Que la próxima vez
que decida pasar el fin de semana en casa por amenaza de temporal y pretenda matar
el tiempo viendo historias de marines torturados, traficantes, matones y escritores
chalados, que alguien me recuerde -por favor- intercalar entre medias algo un
poco más ligero, porque para aventuras truculentas e inquietantes ya tengobastantes con las que últimamente -y gracias a mi trabajo- me desayuno todoslos días.
LA TERCERA Y ÚLTIMA: Que como hoy
además tengo el día comunicativo e inspirador, he decido utilizar el blog para
compartir con vosotros parte de este piscolabis, no vaya a ser que un día de
estos se me atragante y entonces sea demasiado tarde.
Así que, comencemos.
Por un lado, y como muchos de
vosotros yo sabréis, el gobierno está estos días trabajando en el borrador de
lo que será la de la nueva Ley de
Servicios Profesionales”, un documento que pretende -entre otras cosas- liberalizar
los servicios profesionales ligados al sector de la arquitectura, lo que en la
práctica se traduce en que si hasta ahora y según la actual normativa vigente (Ley
Orgánica de la Edificación, 1998) los edificios de uso religioso, cultural,
docente, residencial y administrativo sólo podían ser diseñados por
arquitectos, la nueva ley pretende
ampliar esta facultad a todos los ingenieros y cito textualmente “con
competencias en edificación” y cuya atribución se limitaba hasta ahora al
diseño y ejecución de edificios de uso
agropecuario, forestal, naval, minero, aeronáutico o hidráulico.
Hablando en cristiano, lo que el
gobierno está planeando es una reforma que si bien por un lado atenta contra el
sentido común, 30 años de planes de estudio universitarios y generaciones de
arquitectos formados al amparo de los mismos; por otro puede derivar en una
situación tan absurda, peligrosa e imprudente como que el día de mañana acabe
diseñando tu casa, la guardería de tus hijos, o el hospital de tu ciudad quien
no ha recibido la formación necesaria y adecuada para ello.
Porque las necesidades
constructivas, habitacionales, funcionales y dotacionales de los edificios de
usos agropecuarios o industriales no son las mismas que las de un edificio de
viviendas, un centro de salud o una iglesia.
Porque los arquitectos nos
formamos durante cinco años y través de 14 asignaturas -5 de proyectos, 5 de
construcción y 4 de estructuras- en el diseño y ejecución de todas estas
tipologías edificatorias, desde las escalas más simples -viviendas
unifamiliares- hasta las más complejas- viviendas colectivas, edificios
dotacionales, etc -estudiando y
ejercitándonos en las necesidades espaciales, funcionales y en los sistemas
estructurales y constructivos que caracterizan
a cada una ellas.
Todo un proceso TÉCNICO y FORMATIVO -que no existe en
otros planes de estudio- y que según el borrador de la nueva Ley de Servicios
profesionales y declaraciones como las
de por ejemplo Luis Manuel Tomas
Balibrea, Presidente de la Federación de Asociaciones de Ingenieros
Industriales de España no vale para nada,
porque -repito- según la primera TÉCNICOS QUE NO LA HAYAN RECIBIDO podrán ejercitarse profesionalmente en su
práctica EXACTAMENTE IGUAL QUE QUIEN SI SE HA LO HA HECHO y según el
segundo porque el uso del edificio es algo completamente secundario, y quien se
ha formado para diseñar explotaciones porcinas puede perfectamente diseñar un
colegio.
Algo así como si convalidasen el
título de Médico de Familia a quien estudia Veterinaria, porque total el resfriado
y la gastroenteritis atacan por igual tanto a una vaca rubia gallega como a un
niño de 2 años.
Lo dicho, estremecedor.
Por otro lado y por si con todo esto no fuese suficiente, los
arquitectos gallegos tenemos además la mala suerte de contar con un Colegio que no pasa -por decirlo de
alguna manera- por su mejor momento, inmerso en un
proceso de crisis y reestructuración interna que dificulta seriamente su labor como
defensor de nuestros derechos ante los graves problemas que se nos vienen encima,
de tal forma que cuando se debería estar debatiendo que postura adoptar frente a
la inminente aprobación del dichoso ANTEPROYECTO DE LEY DE SERVICIOS
PROFESIONALES, es tanta la urgencia y la prioridad de los problemas internos,
que nos quedamos, por decirlo de alguna manera, con el culo al aire.
En definitiva, y para que os
hagáis una idea, la cosa tiene tan mala pinta que recuerda -y retomo así por
fin el tema de mi fin de semana de enchufe televisivo- a esa famosa escena de “El Resplandor” en la
que el hijo del protagonista recorre sólo y en su triciclo los pasillos vacíos
del hotel mientras tu al otro al lado de la pantalla te agarras al cojín pensando
que ahí efectivamente se va a liar parda, parda.
Un saludo.
Sra. Farnsworth.
El resplandor es una de mis preferidas. A Homeland estoy enganchadisima y la de Boardwalk la tengo pendiente...
ResponderEliminarZepequeña.
Pero muy parda!!
ResponderEliminarVaya panorama!
Agggggggggg
Ánimo
Joer Señorita.
ResponderEliminarSí que está el panorama realmente estremecedor.
Está tó más negro que la enorme cavidad bucal de Jack. Amos que...
Querida, pues por lo que cuentas, esas películas de miedo ahora mismo a vosotras os deben dar casi risa.
ResponderEliminarPues sí, parece que el panorama legislativo actual en muchos campos se parece bastante a una serie de ficción. Yo que me había quitado de los telediarios...
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