17 de enero de 2012

SEGURIDAD FRENTE AL RIESGO DE REDACTAR UNA MEMORIA SEGÚN EL CTE Y NO MORIR EN EL INTENTO


Mucha gente se piensa que los arquitectos hacemos los proyectos como churros, decidimos cuatro cositas (aquí la cocina, aquí un baño, aquí un dormitorio y allá el vestidor), hacemos cuatro dibujitos (esto es verídico) y a otra cosa mariposa.

Mucha gente se piensa que el que decide el tipo de cerramiento, la solución de la cubierta o el tipo de forjado es el constructor.

Que el que decide el cómo y por donde discurre la instalación eléctrica es el electricista.

El saneamiento, el instalador de turno.

La ventilación el tipo de SAUNIER DUVAL.

Y la calefacción el encargado de MEDIA-MARK

Y no es así.

O al menos, no debería.

Es obligación y responsabilidad del arquitecto asegurar que en todos y cada unos de sus proyectos se cumplen las prestaciones básicas que son exigibles a las viviendas y que hacen que tu, como usuario estés a gustito y seas feliz.

Esto es, por ejemplo:

Que  sean funcionales.

Accesibles.

Que estén aislados acústica y térmicamente de manera eficiente.

Que sean racionales en la demanda de energía.

Etc.

Estas cosas, que parecen casi, casi del  perogrullo,  se regulan a través de un TOCHO NORMATIVO que bien vale su peso en oro.

Señoras, señores, les presento a:

EL CÓDIGO TÉCNICO DE LA EDIFICACIÓN.

Más conocido popularmente como el CTE.

El CTE en su versión monovolumen -que es el que manejamos nosotras en el estudio -es algo así como la BIBLIA de la normativa de edificación, pequeñito, de 978 finísimas páginas, y palabra de Dios. 


Que usted quiere poner una escalera tipo barco en su vivienda para acceder al altillo que tiene en el salón y el arquitecto le dice que no, que eso es imposible porque no cumple.

LA CULPA ES DEL CÓDIGO TECNICO.

Que en la memoria constructiva de su proyecto dice que la baldosa cerámica tiene que tener un coeficiente de resbaladicidad mayor de 35 y la dependienta de la tienda le dice que de eso no tiene.

No lo dude, LA CULPA ES DEL CÓDIGO TECNICO.

Si para muchos arquitectos el CÓDIGO TÉCNICO es la SANTA INQUISICIÓN de la profesión, las NORMAS DEL HABITAT son las tijeras de la censura de la libertad individual creativa.

Si usted quiere  poner en la reforma de su vivienda un baño de 3 m2 y el arquitecto le dice que no.

No es que el arquitecto tenga una especial predilección por los baños  grandilocuentes y el derroche cerámico, créame, LA CULPA ES DE LAS NORMAS DEL HABITAT.

Quiere decir esto que desde aquí pensamos y defendemos que la normativa es el LOBO FEROZ del ejercicio de nuestra profesión?

Pues no.

Como casi todo en esta vida, las normativas también tienen una razón de ser.

La de las NORMAS DEL HABITAT, por ejemplo, es evitar la especulación feroz del suelo en forma de minipisos de condiciones difícilmente habitables:

Aunque ello te obligue a narices a hacer una habitación de 12 metros cuadrados en tu casa de fin de semana aunque a ti con 8 te sobran y bastan.

El objetivo del CTE es bastante más complejo de explicar.

Y sin embargo lo podríamos resumir en una sola palabra: prever.

Prever que las viviendas estén bien aisladas  térmicamente y que no demanden excesivos consumos energéticos:  luz, electricidad, gas, etc….lo que a priori no sólo parece conveniente, sino también necesario.

Prever que estén bien aisladas acústicamente, y que no tengas que oír al vecino cada vez que tira de la cadena.

Prever que en caso de incendio los materiales demoren su combustión hasta el punto que permitan evacuar adecuadamente el edificio.

Y así un largo etc.

Peeeeeeero es precisamente en su afán de prever  y controlar TODAS Y CADA UNA DE LAS VARIABLES y contingencias que pueden darse en todo proceso edificatorio, donde quizá a la normativa se le va la mano  y cae en lo que a nuestro juicio es un exceso de paternalismo que si bien por un lado deja en evidencia una falta de confianza en el criterio técnico del  proyectista, por otro lado es el reflejo de la sociedad excesivamente proteccionista en la que vivimos.

La que nos hace vivir en ALERTA ROJA cada vez que caen 4 copos de nieve.

O la que ACTIVA LA OPERACIÓN SALIDA con conexiones televisivas  a la DGT cada 3 horas cada vez que llega la Semana Santa.

Por ejemplo, para que os hagáis una idea:

¿Quién no recuerda esta escena de la película Fiebre del Sábado Noche?



Pues bien, hoy por hoy, esta escena y con el CTE EN LA MANO, sería prácticamente imposible
Desde el punto de vista del CTE en su sección BD SUA_SEGURIDAD  FRENTE AL RIESGO DE CAIDAS, Toni Manero no está bailando, esta jugándose el pellejo al ritmo de los BEE GEES mientras desafía uno por uno casi todo los puntos de la presente normativa.

Que en los locales de pública concurrencia los suelos tienen que cumplir con CLASE DE RESBALADICIDAD 3, pues Toni baila sobre un suelo de vidrio estructural, en el que resbalas solo con mirarlo.

Que los escalones aislados están prohibidos, pues ahí está Toni subido a una tarima fosforescente y sin ningún tipo de protección perimetral o sistema de balizamiento.

Y es que cuando uno tiene la normativa delante, lo primero que se le viene a la cabeza es:

-o antes (y no hace tanto tiempo) vivíamos peligrosamente y no nos dábamos cuenta.

-o quizás hoy e independientemente de las buenas intenciones del CTE y demás normativas y de las garantías que se desprenden de su cumplimento, estamos llevando precisamente el tema de la SEGURIDAD a límites hasta ahora nunca sospechados.

¿Es la seguridad lo más importante?

Y si lo es,... ¿A qué precio?

Como podéis comprobar el tema es complejo, y daría para muchas horas de debates y rompederos de cabeza.

Como a nosotras nos gustan las medias tintas, y somos de las que creemos que en esta vida no todo es blanco o negro, sino que hay un montón de gamas ideales  de grises entre las que escoger, y porque además no nos queda otro remedio, aceptamos pulpo como animal de compañía, nos ajustamos a lo que la legislación nos exige y acompañamos todos y cada uno de nuestros proyectos con su correspondiente TOCHO-MEMORIA donde queda definido hasta el último tipo de tornillo.

Créannos, agotador.



Un saludo

La Sra Farnsworth