23 de enero de 2013

HISTORIAS PARA NO DORMIR



Este fin de semana de sofá y manta me lo pasé enterito delante de la televisión:

450 minutos de palizas, violencia y mala leche de la mano de:

-tres capítulos de “HOMELAND”.

-tres de “BOARDWALK EMPIRE”.

-y un pase casero y en VOS de “EL RESPLANDOR”.

Así que hoy, a golpe de miércoles y después de 2 días de retiro televisivo y sobrecogedor sólo hay 3 cosas que os puedo decir:

LA PRIMERA: Que Jack Nicholson tiene efectivamente una boca enorme.


LA SEGUNDA: Que la próxima vez que decida pasar el fin de semana en casa por amenaza de temporal y pretenda matar el tiempo viendo historias de marines torturados, traficantes, matones y escritores chalados, que alguien me recuerde -por favor- intercalar entre medias algo un poco más ligero, porque para aventuras truculentas e inquietantes ya tengobastantes con las que últimamente -y gracias a mi trabajo- me desayuno todoslos días.

LA TERCERA Y ÚLTIMA: Que como hoy además tengo el día comunicativo e inspirador, he decido utilizar el blog para compartir con vosotros parte de este piscolabis, no vaya a ser que un día de estos se me atragante y entonces sea demasiado tarde.

Así que, comencemos.

Por un lado, y como muchos de vosotros yo sabréis, el gobierno está estos días trabajando en el borrador de lo que será la de la nueva Ley de Servicios Profesionales”, un documento que pretende -entre otras cosas- liberalizar los servicios profesionales ligados al sector de la arquitectura, lo que en la práctica se traduce en que si hasta ahora y según la actual normativa vigente (Ley Orgánica de la Edificación, 1998) los edificios de uso religioso, cultural, docente, residencial y administrativo sólo podían ser diseñados por arquitectos, la nueva ley pretende ampliar esta facultad a todos los ingenieros y cito textualmente “con competencias en edificación” y cuya atribución se limitaba hasta ahora al diseño y ejecución de  edificios de uso agropecuario, forestal, naval, minero, aeronáutico o hidráulico.

Hablando en cristiano, lo que el gobierno está planeando es una reforma que si bien por un lado atenta contra el sentido común, 30 años de planes de estudio universitarios y generaciones de arquitectos formados al amparo de los mismos; por otro puede derivar en una situación tan absurda, peligrosa e imprudente como que el día de mañana acabe diseñando tu casa, la guardería de tus hijos, o el hospital de tu ciudad quien no ha recibido la formación necesaria y adecuada para ello.

Porque las necesidades constructivas, habitacionales, funcionales y dotacionales de los edificios de usos agropecuarios o industriales no son las mismas que las de un edificio de viviendas, un centro de salud o una iglesia.

Porque los arquitectos nos formamos durante cinco años y través de 14 asignaturas -5 de proyectos, 5 de construcción y 4 de estructuras- en el diseño y ejecución de todas estas tipologías edificatorias, desde las escalas más simples -viviendas unifamiliares- hasta las más complejas- viviendas colectivas, edificios dotacionales, etc  -estudiando y ejercitándonos en las necesidades espaciales, funcionales y en los sistemas estructurales y constructivos que caracterizan  a cada una ellas.

Todo un proceso TÉCNICO y FORMATIVO -que no existe en otros planes de estudio- y que según el borrador de la nueva Ley de Servicios profesionales y  declaraciones como las de por ejemplo Luis Manuel Tomas Balibrea, Presidente de la Federación de Asociaciones de Ingenieros Industriales de España no vale para nada, porque -repito- según la primera  TÉCNICOS QUE NO LA HAYAN RECIBIDO podrán ejercitarse profesionalmente en su práctica EXACTAMENTE IGUAL QUE QUIEN SI SE HA LO HA HECHO y según el segundo porque el uso del edificio es algo completamente secundario, y quien se ha formado para diseñar explotaciones porcinas puede perfectamente diseñar un colegio.   

Algo así como si convalidasen el título de Médico de Familia a quien estudia Veterinaria, porque total el resfriado y la gastroenteritis atacan por igual tanto a una vaca rubia gallega como a un niño de 2 años.

Lo dicho, estremecedor.


 Por otro lado y por si con todo esto no fuese suficiente, los arquitectos gallegos tenemos además la mala suerte de contar con un Colegio que no pasa -por decirlo de alguna manera- por su mejor momento, inmerso en un proceso de crisis y reestructuración interna que dificulta seriamente su labor como defensor de nuestros derechos ante los graves problemas que se nos vienen encima, de tal forma que cuando se debería estar debatiendo que postura adoptar frente a la inminente aprobación del dichoso ANTEPROYECTO DE LEY DE SERVICIOS PROFESIONALES, es tanta la urgencia y la prioridad de los problemas internos, que nos quedamos, por decirlo de alguna manera, con el culo al aire.

En definitiva, y para que os hagáis una idea, la cosa tiene tan mala pinta que recuerda -y retomo así por fin el tema de mi fin de semana de enchufe televisivo- a esa famosa escena de “El Resplandor” en la que el hijo del protagonista recorre sólo y en su triciclo los pasillos vacíos del hotel mientras tu al otro al lado de la pantalla te agarras al cojín pensando que ahí efectivamente se va a liar parda, parda.


Un saludo.

Sra. Farnsworth.